Las MAV son agrupaciones anormales de arterias y venas situadas en el cerebro o la médula espinal. El flujo sanguíneo en las MAV es anormal, ya que la sangre fluye rápidamente desde un complejo de arterias de alimentación directamente a una red de venas de drenaje, evitando la red capilar más pequeña de vasos que normalmente conecta las circulaciones arterial y venosa. Este flujo sanguíneo anormal ejerce una importante presión hemodinámica sobre los vasos sanguíneos y puede alterar el suministro de oxígeno a los tejidos circundantes. Esto puede provocar síntomas significativos en algunos pacientes, como dolores de cabeza, convulsiones, accidentes cerebrovasculares o hemorragia cerebral potencialmente mortal.

¿Qué causa una malformación arteriovenosa (MAV)?

Se cree que la mayoría de las MAV surgen durante el desarrollo embrionario y fetal. Por lo tanto, es probable que los pacientes con MAV las tengan desde su nacimiento. Para estudios que no se comprenden bien, algunos tipos de malformaciones vasculares, como las fístulas arteriovenosas durales, pueden desarrollarse más tarde en la vida y presentarse con síntomas similares.

¿Cómo se descubren las malformaciones arteriovenosas cerebrales (MAV)?

Algunas MAV se descubren por accidente cuando el paciente tiene imágenes del cerebro y la médula espinal por razones no relacionadas. Otras MAV se descubren como parte de una evaluación de convulsiones o dolores de cabeza. Otras MAV se presentan con un evento hemorrágico. El riesgo promedio de hemorragia por una MAV sigue bajo investigación, pero se estima entre 0,5 y 4 por ciento por año. El riesgo futuro de un sangrado por MAV es variable y depende de las siguientes características: hemorragia previa, ubicación en el cerebro y sus características anatómicas y fisiológicas. Cada hemorragia conlleva una probabilidad estimada de 30 a 50 por ciento de daño neurológico y 10 por ciento de mortalidad.

¿Cómo se tratan las malformaciones arteriovenosas cerebrales (MAV)?

Los síntomas asociados con una MAV, como dolores de cabeza o convulsiones, pueden tratarse con medicamentos. Sin embargo, el tratamiento definitivo de las MAV se limita a la resección quirúrgica, la oclusión neurointervencionista y la radioterapia. La oclusión de la MAV mediante técnicas endovasculares basadas en catéter sigue evolucionando y, por lo general, se emplea como complemento de la resección quirúrgica o la radioterapia. Al decidir tratar una MAV, se deben considerar cuidadosamente los riesgos y beneficios. Los riesgos de tratar una MAV suelen estar relacionados con su tamaño, su ubicación en el cerebro y la anatomía de las venas de drenaje. Estos factores anatómicos, junto con la edad y el estado general de salud del paciente, deben evaluarse cuidadosamente de forma individual para determinar qué tratamiento es el más adecuado para un paciente en particular. Incluso con esta gama de terapias disponibles, algunas MAV no son susceptibles de tratamiento.

Pre-operative lateral angiogram demonstrating the AVM nidus and the superficial draining vein

A) Angiografía lateral preoperatoria que muestra el nido de la MAV y la vena de drenaje superficial

Intra-operative photo demonstrating the AVM nidus

B) Fotografía intraoperatoria que demuestra el nido de la MAV

Post-operative lateral angiogram demonstrating resection of the AVM

C) Angiografía lateral posoperatoria que demuestra la resección de la MAV


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